FANTASMAS, CASOS REALES – Los misterios del Teatro – Primera parte

                             CAZANDO FANTASMAS – CASOS REALES
                                                           Primera parte

El emblemático edificio del teatro de la ciudad de Concepción, Paraguay, ha sido siempre motivo de los más variados comentarios, tanto por su historia y arquitectura, como por los rumores de fenómenos extraños que muchas personas afirman haber vivido en ese lugar. Sonidos repentinos, estruendosos en algunos casos, voces misteriosas e incluso apariciones, forman parte de la larga lista de sucesos sin explicaciones que vayan de la mano con lo racional, lógico o real.

Fue así que en el año 1997, habiendo leído bastante material sobre ciertos enigmas de la historia y otras literaturas relacionadas que tenían similitudes con estos acontecimientos, decidí ponerme a investigar con mayor seriedad sobre el tema, esperando lograr resultados que puedan probar la existencia de los distintos fenómenos paranormales que se suponía que acechaban a la otrora vieja mansión de Don Basilio Quevedo.

La edificación es de estilo neoclásico italianizante, construida a fines del siglo XIX para la residencia particular del citado señor, un rico comerciante de la Villa Real. El sitio también funciona como Biblioteca Municipal y Museo Cívico, con importantes volúmenes en sus estantes y objetos de gran valor histórico en sus enormes salones. Son numerosas las historias sobre la vida de quienes fueron sus habitantes originales, lo cual es digno de estudio para dilucidar los hechos acaecidos en esos tiempos, para disipar dudas y descartar rumores sin trascendencia real.

Museo, Biblioteca y Teatro Municipal- De 1.912, con origen masonico

Tras haber recorrido la Perla del Norte, realizando entrevistas a distintas personas que afirmaban haber vivido las más extrañas situaciones, concentré mis indagaciones en “el Teatro”. En aquellos tiempos, se encontraba a cargo del lugar el erudito Profesor historiador Don Pedro Antonio Alvarenga Caballero de Añazco, ya fallecido hace varios años, quien dejó un inmenso legado de importantes obras sobre la historia de la capital del primer departamento, entre otras más.

Eran largas las conversaciones con el Profesor Pedro, generalmente sobre historia o la arquitectura concepcionera, lo cual resultó muy interesante para mi juventud ávida de conocimientos, especialmente si éstos podían ser proveídos por un hombre al que consideraba muy sabio. Con respecto a la incipiente investigación, le comenté que mi objetivo se basaba en obtener pruebas sólidas de la existencia de fenómenos considerados paranormales.

En el transcurso de los días, fuimos intercambiando opiniones e historias relacionadas a la naturaleza de los sucesos que yo estaba investigando, hasta llegar a la idea de realizar algunos experimentos de grabación en el edificio del Teatro Municipal, lo cual me entusiasmó enormemente.

Para tener un panorama más acabado sobre los acontecimientos inexplicables que sucedían ahí, el Profesor me pidió que esté presente alrededor del mediodía en el lugar, porque con mucha frecuencia se escuchaba un sonido muy fuerte, parecido a un portazo colosal o una madera enorme golpeando el piso, sin que existiera ningún objeto material que produjera tal estruendo. Me consta que las palabras del Profesor eran verdaderas porque en muchas ocasiones, sin que pudiera ver nada ni nadie que estuviera haciendo el extraño ruido, lo oí , así como tantas personas en la ciudad que conocen sobre este fenómeno.

Fue mayor aún el sobresalto al darme cuenta de que dicho estruendo se producía con una exactitud increíble. A las 12: 15 am sonaba diariamente.

Las expectativas fueron creciendo a medida que comprobaba cosas sobre el lugar. Algunos relatos que oí no pude verificar si podían ser reales porque simplemente no se repitieron situaciones similares en el tiempo en que estuve investigando, pero las cosas que sucedían eran definitivamente impactantes.

En esos días, fui con un amigo para realizar un breve recorrido por el sector correspondiente al museo, pasando por los primeros salones, leyendo las etiquetas de los objetos y reliquias, conversando sobre las cosas que nos parecían más interesantes, hasta que llegamos hasta el salón que albergaba entonces al famoso “carretón” que perteneciera a Madame Lynch. Al acercarnos hasta el histórico medio de transporte de quien fuera la consorte del Mariscal Francisco Solano López, le comenté: –Este es el carretón de Madame Lynch.

En ese momento, una de las ventanas que daba hacia las tribunas del teatro, comenzó a vibrar violentamente, durante un breve instante, para quedarse tan quieta como si nada hubiera pasado. Ambos nos sorprendimos mucho, mientras Tito, un amigo que por entonces era funcionario de la institución municipal y estaba recorriendo con nosotros, nos dijo que esas cosas eran ya normales ahí, que ellos estaban acostumbrados.

Esta manifestación, tan increíble como tenebrosa, me hizo pensar en lo que se venía si continuaba con mis pesquisas fantasmales, pero para mí eso ya no era algo que podría detenerme, aunque sentía en ocasiones un escalofrío en la espina dorsal cuando recorría las dependencias, me había decidido averiguar a toda costa si eran reales los fenómenos considerados paranormales y, lo que me parecía tan interesante era el desafío de reunir pruebas de su existencia para publicarlas en algún momento. Las cartas ya se estaban jugando y yo me iba a arriesgar todo lo posible para tratar de ganar logrando conseguir evidencias concretas que pudieran demostrar a las personas la verdad sobre estas cosas. El tiempo y los acontecimientos lo decidirían finalmente…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *